Pasada la Semana Santa, los fieles cristianos hemos tenido el privilegio de Adorar al Señor Sacramentado en el sagrario, y de una forma muy especial en la Liturgia de la Adoración a la santa Cruz el Viernes Santo.
Adjunto un escrito de D. Jesús Luengo Mena que no tiene desperdicio y aclara a la perfección toda la simbología y los momentos adecuados para realizar este acto de amor al Señor y su santa Cruz, aclarando determinados momentos en que debe realizarse.
La genuflexión es signo de adoración y sumisión a Dios –hágase tu voluntad– y se considera como el acto supremo de reverencia de nuestro rito.
La genuflexión se hace siempre con la rodilla derecha llevándola hasta el suelo e inclinando la cabeza. Por ser signo de adoración está reservada al Santísimo Sacramento y a la Santa Cruz en la liturgia del Viernes Santo.
También se debe hacer genuflexión cada vez que pasemos por delante del Santísimo Sacramento y a las reliquias de la Santa Cruz, expuestas para su veneración.
No se debe, por lo tanto, hacer genuflexión ante imágenes y menos aún si son marianas o de santos. Otra cosa distinta es orar de rodillas.
Seguramente es un gesto heredado de la cultura romana, como signo de respeto ante las personas constituidas en autoridad.
Y desde el siglo XII-XIII se ha convertido en el más popular símbolo de nuestra adoración al Señor presente en la Eucaristía: es una muestra de la fe y del reconocimiento de la Presencia Real.
Es todo un discurso corporal ante el sagrario: Cristo es el Señor y ha querido hacerse presente en este sacramento admirable y por eso doblamos la rodilla ante Él. Litúrgicamente el sacerdote que preside la Eucaristía hace tres genuflexiones: después de la consagración del Pan, después de la del Vino, y antes de comulgar. Si el sagrario está en el presbiterio hace también genuflexión al llegar al altar y al final de la celebración, al igual que deben hacerla cualquier fiel que pase por delante del sagrario, incluido el lector que sube al ambón. Sin embargo no se hace genuflexión cuando una procesión pasa por delante de la capilla sacramental.
Hay otros momentos en que tiene expresividad esta postura: por ejemplo cuando se recita el "Incarnatus" del Credo en las fiestas de la Anunciación y Navidad; o cuando el Viernes Santo se va a adorar la Cruz.
El gesto se ha convertido en uno de los más clásicos para expresar la adoración y el reconocimiento de la grandeza de Cristo, o también de humildad y penitencia.
La genuflexión doble –con las dos rodillas e inclinación de cabeza– se ha suprimido pero es loable mantener ese signo en algunas ocasiones, por ejemplo al entrar al templo donde se halle expuesto de manera solemne el Santísimo.
Tomado del blog: Liturgia de Jesús LuengoMena
No hay comentarios:
Publicar un comentario