¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!
Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible.
1 Co 9; 24-25
CORREDORES HACIA EL CIELO
Corramos sin descanso y ganemos el pulso a la desesperanza de este mundo que nos asalta a cada paso y nos golpea diciendo que no existes.
Corredores del infinito, fijos lo ojos en la Voz que un día escuchamos y que se ha convertido en nuestra música interior.
Palabras de esperanza que no permiten dejar de correr a un corazón que no se conforma con lo que sintió ayer y pide más.
Acortando el camino entre el que ciñó nuestra cintura aquel día de sombras, convertido en luz por su decisión y voluntad.
Corredores de la vida, arrebatándole al mundo la quietud de los indolentes, llenando de pasión lo que miran y buscando en cada brizna de tiempo , ver a Dios.
Equivocados, tantas veces, pero llenos de pasión por el que abrió la puerta a nuestra existencia atrapada y nos lanzó a correr hacia su morada, punto final de nuestra existencia y comienzo de nuestra vida junto a Él.
Llévame en pos de ti: ¡Corramos! El Rey me ha introducido en sus mansiones; por ti exultaremos y nos alegraremos. Evocaremos tus amores más que el vino; ¡con qué razón eres amado!
Ct 1,4
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