Los Apóstoles y Jesús se
hacen a la mar. Improvisadamente se desata una tempestad que convierte la barca en un juguete de las olas. Los apóstoles gritan aterrados, entretanto Jesús duerme. Le despiertan bruscamente: ¿no te importa que perezcamos?. Jesús se levanta y con su Palabra amansa la tempestad. Gran milagro del Señor con su dosis de suspense. Impresionante la reacción de los apóstoles al ver que el poder de la Palabra en la boca de Jesús, hizo enmudecer a la tempestad .Dijeron: ¿Quien es este que hasta el viento y el mar obedecen?. Todos somos periódicamente golpeados por tormentas que nos sobrevienen, queramos o no esto forma parte de nuestra existencia. Si lo aceptamos fatídicamente nos arriesgamos a encaminar nuestra vida hacia el absurdo como hizo constar Albert Camus premio Nobel de Literatura en 1957. Nos rebelamos ante este fatalismo y tenemos la firme esperanza de que nuestra rebelión será nuestro triunfo. Se trata de buscar con todas nuestras fuerzas a "Este" ante quién se someten las fuerzas del Mal, representado por la tempestad y el viento que despiadadamente golpean nuestra vida. Le buscamos en su Palabra, en el Evangelio y sabremos que sí, que está vivo en cada uno de sus pasajes. Bien sabían esto los cristianos de las primeras generaciones. Sí, busca al Señor en su Evangelio y.. ¡Sabrás lo que es hablar con Dios!
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