¿Cómo expresar cómo me siento al descubrir tu Presencia actuando en mi vida?
¿Cómo poner por escrito el temblor de mi corazón al sentirte tan cerca y escuchar tus respuestas a mis miedos e incertidumbres?
“Hija amada tuya, predilecta, escogida, llamada para acompañarte, para seguirte, primero para estar contigo, para beber de Tu Fuente, de esa agua que me ofreces abundante, fresca, llena de Vida. Y después para proclamarte, para anunciarte, para gritar que eras la Verdad y la Vida.
¿Cómo reconocer la abundancia de Gracia que derramas en mí, con tan poco merecimiento por mi parte?
Y me siento débil, y te fallo y oigo otras voces que no son la tuya que constantemente me dicen que seguirte es duro, que para qué hacerlo, que me acomode, que siga otros caminos más fáciles donde no hay cuestas, donde no hay cruces.
Pero descubro que en esos caminos no estás Tú.
Tengo esta certeza: Seguirte no es fácil, es seguir el camino que Tú hiciste en ascensión a Jerusalém, siempre subiendo con los ojos puestos en tus huellas, en Ti. Un camino que se presenta duro pero que Tú llenas de luz y seguridad.
Es Tu Camino, el que lleva hasta la Cruz.
Y entonces, me circundas, me rodeas, me empujas para que no me quede atrás, no quieres que me salga, que engañada te deje por esas otras voces.
Señor, te pido de rodillas que toda la Fuerza de Tu Espíritu venga sobré mí y me cubras con Tu sombra para que lo que parece imposible se haga posible, y me des así la fuerza necesaria para romper mi vida y de esta forma pueda ganar la Tuya, pueda ganar la Vida.”
(M S F)
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