Si no sabemos cómo guardar la Palabra que Dios nos da, abramos nuestros ojos y miremos a nuestro alrededor para ser enseñados por la misma naturaleza que Él creó.
Seamos como el agua que recibe la luz del Sol y se transforma hasta el punto de tener diferente color en función de la intensidad de esa misma luz que recibe. ¡Hasta ese punto se funde con ella!
Seamos como las plantas que esperan el agua que alcanza sus raíces y ceden su interior para recibirla: desde la raíz, hasta formar parte de su savia, de su vida
Seamos como los pájaros que vuelan y confían a la fuerza del viento sus viajes, depositando en él su esperanza y dejándose guiar por la certeza de esa fuerza
Seamos como los ríos que ofrecen su curso al agua que fluye por ellos y entregan su vida a conducir esas mismas aguas al mar, que es su destino
Aprendamos , en fin, a recibir la Palabra de Dios sin demasiadas preguntas, pero deseosos de responder a nuestra misión, servir de espacio para su morada, acogiendo al mismo Dios dentro de nosotros y esperando, como la naturaleza a que , por su voluntad, la vida ocurra, exactamente al ritmo y paso que Él quiera.
¡Anhelada quietud!
(Olga Alonso)
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