Jesús anuncia a sus discípulos su condena a muerte y también su resurrección y no le entendieron. Normal, ya que mientras les decía estas cosas, el corazón de ellos estaba pendiente de ambiciones infantiles, de hecho Marcos señala que discutían por quien era el más importante del grupo. No pocas veces también nosotros no entendemos ciertos pasajes del Evangelio por la única razón de que chocan con nuestros pobres intereses y orillamos el Evangelio, para preservarlos. Así es imposible que cuajen las palabras de Jesús. Lo peor es que cuando orillamos sus palabras es porque no nos fiamos, a causa de nuestra debilidad, de que sirvan para nuestra realización personal y si no nos sirven las Palabras de Jesús porque no nos son de fiar, tampoco Jesús nos sirve ni nos es fiable.
San Mateo acogió la invitación de Jesús a seguirle y al ver ganada la partida de la Vida, su Vida, dió una gran fiesta.
Lo peor de no dar crédito de que el Evangelio de Jesús juega en favor nuestro, es intentar camuflar nuestra desconfianza hacia Dios con oraciones interminables y promesas de todo tipo. El sabio según Dios, acoge el Evangelio que sabe que le sobrepasa y espera amorosa y confiadamente que su Maestro y Señor haga de cada una de sus palabras una piedra-cimiento en la que asentar su vida sabiendo que ningún mal, ninguna desgracia, podrá derribarlo.
Antonio Pavía-Misionero Comboniano
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