Presentan a Jesús un hombre sordo y con gran dificultad para hablar, y comunicarse y Jesus le cura. Hasta aquí un milagro más del Señor. Sin embargo, si bien todos los milagros que leemos en el Evangelio encierran catequesis profundisimas en orden a nuestra relación con Dios, ésta reviste un grandeza especial. Nos hace ver que quien no tiene el oído abierto a Dios, difícilmente podrá comunicarse con Él, su "oración" no pasa de ser palabrería, como el mismo Jesús dice a sus discípulos cuando les enseñó el Padre nuestro ( Mt 6,7..). Solo quien tiene el oído abierto a Dios disfruta haciendo su voluntad, porque tiene la Sabiduría de la Palabra en su corazón tal y como profetiza el salmista acerca de Jesús (Sl 40,7-9). Para quien no tiene el oído abierto a Dios y por consecuencia no sabe hablar con Él, hacer su voluntad es una carga que se lleva de queja en queja hasta que la va aminorando. La profecía del salmista sobre el Mesías, que por tener el oído abierto al Padre hace su voluntad con alegría y libertad, es también una profecía en favor de los que, sin pretensiones de ningún tipo, nos hemos dejado escoger por el Señor Jesús para seguirle. Llenos de su Sabiduría y Fortaleza seguimos sus pasos sin victimismos. Él es el garante de nuestra Alegría y también de nuestra Fidelidad. Con mil caídas, pero Jesús cuenta con ellas como contó con las de sus Apóstoles.
(P. Antonio Pavía)
www.comunidadmariamadreapostoles.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario