(de una catequesis antigua de san Zenón de Verona)
En general, los cristianos tenemos conocimiento muy exacto de los Evangelios de Nuestro Señor Jesucristo; de las lecturas de la Biblia, ya no hay tanto conocimiento, por desgracia…y, en este caso, del libro de Job.
Sin entrar en disquisiciones de si existió o no la verdadera figura de Job, lo que nos interesa realmente es la catequesis que Dios quiere dar de la figura de Job.
No perdamos de vista que “catequesis” es una palabra griega que significa “poner en resonancia” la Palabra Divina, para que, a través del oído, penetre en nuestro corazón.
Para lo que sigue, es bueno recordar la figura de Job, en el libro que lleva su nombre en la Biblia. Como “pincelada”, todos podemos recordar que Job era un personaje del Antiguo Testamento que poseía las riquezas que existían en aquellos tiempos: ganados, posesiones, tierras…tenía muchos hijos, lo cual era, y ahora también lo es, una bendición de Dios. Pero para un hebreo de entonces, además de una bendición, era asegurarse un futuro, pues entonces las leyes no estaban desarrolladas como en los tiempos actuales, y los robos, asesinatos, asaltos…etc, estaban a la orden del día, y las familias estaban más protegidas con muchos hijos.Job alababa a Dios por tantos beneficios, - cosa que actualmente no solemos hacer -, por desgracia!!
Hay una conversación entre Dios y el diablo, - por otra parte, algo impensable-, en la que Dios le dice lo contento que está de su siervo Job.
A lo que el demonio responde: ¡No me extraña! Tiene de todo, salud, tierras, ganados, bienes… ¡quítaselo, y ya veremos si te tiene tanto cariño, y te bendice!
Y Dios accede, con la condición de no tocarle a él. Y digo que conviene continuar la lectura en la Biblia, porque el interés de esta catequesis es la de encontrar, por la Gracia de Dios, las similitudes entre Cristo y Job, siguiendo la catequesis de san Zenón de Verona.
Hemos indicado que Job era un hombre rico; ¿hay alguien más rico que Jesús? Rico en sus cualidades como Dios. Nos lo recordará el Salmo: “…del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes…! (Sal 23)
Conocemos las tres tentaciones de Job; pues no son menores las tres tentaciones de Jesús al comienzo de su vida pública que relata (Mt 4,1-11). Y no solo estas tres tentaciones; Jesús fue tentado en el huerto de los olivos, cuando dijo: “…que pase de mí este cáliz…” (Lc 22, 39-46), o cuando en la Cruz dijo: “…Padre, ¿por qué me has abandonado?... (Mc 15,33-34)
Job perdió todas sus riquezas, perdió a sus hijos, padeció la lepra…Jesús perdió toda su riqueza celestial al hacerse hombre, asumiendo las debilidades de la carne humana, incluso la muerte, y una muerte de Cruz.
Jesús perdió a sus hijos, los Profetas del antiguo Testamento, los que anunciaron en su Nombre…y al asumir nuestra condición humana se manchó con la lepra de los pecados de los hombres.
Incluso la mujer de Job le reprochaba las alabanzas que éste daba a Dios, en medio de su infortunio. Y Jesús fue insultado por su pueblo, por los sumos sacerdotes, los fariseos, los letrados.
Al ver su amor a Dios, Dios le recompensó con una nueva familia, recobró la salud, tuvo nuevos hijos; y Cristo, al resucitar, recobró la salud, la inmortalidad, el poder y la Gloria. Por eso Jesucristo dirá: “…todo me lo ha dado mi Padre…” y da la Vida Eterna a todos cuantos queremos ser sus discípulos; éstos son los nuevos hijos que Dios engendró.
Al fin Job descansó en el Señor, y Jesucristo permanece vivo en el Cielo, en la tierra, en la Eucaristía y en su Palabra: el santo Evangelio.
(Tomás Cremades)
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