En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
-«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó:
-«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo; y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Palabra del Señor.
Cambiar las verdades aprendidas por la Verdad De Dios (Por Olga Alonso)
¿Nos preguntamos si salimos cada día a buscar a Jesús con nuestros viejos vestidos de verdades aprendidas? o, por el contrario, ¿deseamos el encuentro con la Verdad de Jesús que es nueva cada día y solamente le pertenece a Él?.
Vivir en las manos del Señor no es fácil porque nuestra mente y nuestro cuerpo buscan la seguridad y Dios no anuncia lo que ocurrirá mañana ni el camino que nos tiene preparado. El encuentro es único cada mañana y la escucha, como la primera vez que oímos su voz.
Cuando nos aproximamos a Él con nuestros vestidos gastados, que repiten fórmulas como si fueran oraciones, empobrecemos nuestra fe y la secamos porque sólo el agua de Dios que es su Palabra descubre cada día ese camino del que habla el profeta Isaías (42,16): Conduciré a los ciegos por un camino que no conocen, por sendas que no conocen los guiaré.
Conocemos las sendas que el Señor nos descubrió ayer, pero desconocemos las de mañana. Si la vida del cristiano fueran un conjunto de normas y devociones, “vestidos usados” para nuestra alma, Dios no sería una respuesta para millones de cristianos que cada mañana alzan sus manos a Dios para recibir su reino.
Si la fe cristiana transforma el mundo es porque cada cristiano es portador cada día de la verdad que Dios le revela cuando ora, y esa conversación es única e irrepetible entre el creyente y Dios.
Pídamosle a Dios que ponga cada día en nuestra boca un cántico nuevo, un cántico de escucha y de espera para recibir su verdad, la nueva cada día, laúnica, la insondable.
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