"Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." .Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente."
Lc 15; 18-20
Yo te ofrezco, Señor salir cada día con la voluntad llena de vivir la vida, como la viviste tú cuando viniste a este mundo.
Yo te ofrezco desear, con el corazón encendido, que lo que siembras con tu Palabra en mi alma, me acompañe en el camino y me haga parecerme a ti.
Yo te ofrezco quererlo, anhelarlo, buscarlo.
Pero al atardecer, de regreso a casa, mis manos llegan cargadas de tristeza porque el día termina con un “Perdón, Señor, por no haber respondido a tu llamada”.
Yo te ofrezco, Señor, mi corazón que quiere pero no puede amar como quisiera.
Un corazón que se resiste tantas veces a mirarte y escucharte, y recorre su propio camino.
Al menos Señor te pido que mañana, otro día, acompañes de nuevo mi debilidad
Te pido que no te canses, que me esperes y que cuentas con mi deseo de parecerme cada vez un poco más a tí.
(Olga Alonso)
Sl 51; 17-19
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