"Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas", ésta es la respuesta dada por Jesús a un doctor de la Ley que le preguntó cuál era el mandamiento más importante. Sondeamos la respuesta de Jesús. El Amor a Dios con todo nuestro ser, surge impetuoso, como un manantial, cuando confiamos en que sus Palabras nos hacen bien. Esta confianza no es muy habitual ya que las Palabras del Señor, sobrepasan por completo nuestra percepción de lo que es la Vida. Nosotros tenemos nuestros cálculos pero Dios tiene los suyos. Fijémonos en Abraham; recibe de Dios una Palabra a todas luces escandalosa: Lleva a tu hijo Isaac al monte Moria y sacrifícalo. Abraham escucha este mandato al tiempo que siente su corazón y su alma atravesados por una espada, sin embargo se dispuso a obedecer a Dios, no por fanatismo sino con la firme esperanza de que Él arrojaría su Luz sobre esta aparente monstruosidad y así fue: sabemos que cuando iba a consumar el sacrificio, Dios detuvo su mano y le dijo: Ahora ya sé que me amas con todo tu corazón porque te fiaste más de mí que de tí y tus razonamientos. Creer en Jesús supone confiar en su Evangelio, que nos da la Vida, aunque nuestra pequeñita razón lo considere a veces escandaloso.
(Antonio Pavía-Misionero Comboniano) www.comunidadmariamadreapostoles.com
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